Don Rogelio Ríos fundó ¡La Compañía!, S.A. de C.V. hace más de 20 años, junto con cuatro socios más, quedando él como el socio mayoritario y director general; la empresa genera alimentos orgánicos y comercializa productos agrícolas de alto valor agregado, como tomate orgánico, aguacate, fresas y berries, cultivados en algunas zonas del país que se caracterizan por no tener demasiados recursos naturales, zonas que no tienen demasiada agua y padecen de climas extremos.
Don Rogelio ha logrado que sus productos sean muy bien aceptados por sus clientes: pequeñas y medianas comercializadoras de México, Estados Unidos, Canadá y Japón, y ha llegado a surtir a grandes cadenas en los años recientes. La empresa logró ser muy productiva y crecer mucho con la participación de cerca de mil colaboradores muy comprometidos con su propósito central que es “Producir y comercializar productos agropecuarios de alto valor para contribuir al desarrollo regional del país”, y con su visión de convertirla en una organización de vanguardia que combine lo físico y lo digital de una manera que agregue valor para los clientes y para todos los stakeholders vinculados a ella.
Como emprendedor visionario e innovador, don Rogelio y sus socios siempre han estado investigando y estudiando nuevas formas de diseñarla y organizarla. Por eso, de manera congruente con su visión, quiso que su organización fuera una “empresa ecológica y socialmente responsable” y empezó por lograr varias certificaciones en sus cultivos que son requeridas en Estados Unidos, Canadá y Japón, así como alejarse del concepto de propiedad exclusiva de la empresa y compartir sus recursos, por lo que decidió distribuir una buena parte de las acciones entre sus trabajadores, quienes las recibieron con gran entusiasmo y manifestando mayor compromiso con los objetivos. De igual manera, empezó a hacer algunas acciones en beneficio de las comunidades en las que opera: apoyos para alimentación, salud y cuidado de los niños. Esto ayudó a fomentar una cultura muy fuerte en la organización, basada en los valores de solidaridad, respeto y compromiso. Además, con los recursos disponibles, impulsó la creación de una gerencia de innovación tecnológica, confiando en que mucho del futuro dependerá de contar con medios avanzados para agregar valor para los clientes y bajar costos.
Más adelante, también revisó la forma en la que estaba diseñada su empresa, y no le pareció que una estructura jerárquica tradicional fuera congruente con su modo de pensar, así que empezó a trasformarla para hacerla más participativa, aunque cuidó de que todos los miembros de la organización entendieran que compartir la propiedad de la empresa y trabajar de una forma altamente participativa no significaba que todos podían hacer lo que quisieran, ni que cualquiera podía hacer lo que le plazca. Trasformó la clásica estructura piramidal en una organización muy plana, integrada por una serie de “células de trabajo” en las que hay personal de diversas disciplinas que trabajan en proyectos específicos en una zona del país. Esto implicó que Recursos Humanos tuviera que cambiar los antiguos perfiles de puestos por roles muy flexibles para los miembros de las células, así como un ajuste al modelo de remuneraciones, que tuvo que ser negociado una y otra vez con los representantes sindicales de los empleados, hasta lograr que se pagara por las contribuciones de las personas a los proyectos.
Con estas trasformaciones, la arquitectura de ¡La Compañía! empezó a tener cambios radicales, pues don Rogelio vio que la estructura de “jefes” tradicional tendría que ir desapareciendo si quería que las células tuvieran la atribución de autorganizarse y tomar decisiones de manera más autónoma y rápida… Por eso decidió que las células —como la propiedad de la empresa— estuvieran coordinadas por un pequeño grupo de “la dirección”, encabezado por él mismo y uno de sus socios, que establecería las reglas del juego. Poco a poco ha ido reduciendo el número de gerentes y jefes que hay en la empresa, aunque en el proceso ha notado resistencias que él considera naturales e inevitables pues a nadie le gusta perder el nivel y el estatus que con tanto esfuerzo se ha ganado, y menos aún su trabajo.
El número de células de trabajo varía en función de la cantidad de proyectos que la empresa desarrolla a lo largo de las estaciones del año y —algo muy importante— los colaboradores de una célula realizan roles múltiples y pueden cambiar a otra u otras de manera coordinada, de acuerdo con las necesidades de las distintas zonas, e incluso, sus preferencias de trabajo. Es decir, la idea principal de la organización de ¡La Compañía! es compartir recursos que en algunas zonas son escasos. Por este motivo, es usual que muchos colaboradores pasen más tiempo fuera de su célula que dentro de ella. De acuerdo con la experiencia, se ha visto que 18% de los colaboradores cambian de célula de forma permanente, en tanto que 39% divide su tiempo entre dos o tres células. Por supuesto, como no se vale que cada persona haga lo que le plazca, los miembros de una célula que vayan a transferirse a otra deben avisar o pedir “autorización” para hacerlo.
Don Rogelio tiene muchas ilusiones de que estas grandes trasformaciones organizacionales —que han tardado cuatro años para implementarse— aseguren la viabilidad de su empresa, esperando convertirla en una empresa digital con la tecnología más avanzada para la realización de los proyectos, pues sabe que el futuro será de los que sepan usar con sabiduría la inteligencia artificial. Sigue muy entusiasta con este gran proyecto, sin embargo, ha habido casos en que las personas no cumplen con su parte en los proyectos y algunos se han atrasado. Algunos colaboradores han manifestado dudas acerca de la equidad en la forma que son remunerados y don Rogelio no se ha escapado de tener que despedir a algunos que no cumplen con su trabajo o cuya conducta ha sido muy inmadura y han abusado de la autonomía del nuevo sistema de trabajo. Por otra parte, algunos clientes se han quejado de que antes eran atendidos mejor, ahora no saben bien a bien a quién dirigirse y manifiestan que ven algún grado de caos en la operación de la empresa, incluso uno de ellos dijo: “Antes estaban más ordenados”.
Por eso don Rogelio necesita conocer sus opiniones acerca de su nuevo modelo organizacional, quiere estar seguro de que va por el camino correcto o, en su defecto, hacer las adecuaciones o ajustes necesarios. Don Rogelio y sus socios están completamente abiertos a recibir sus recomendaciones. |