Consultoría Organizacional - Eguía Dibildox & Combeller

Caso: Taller Mecánico González

Hace 25 años, Gerardo González decidió emprender un negocio después de haber trabajado durante 13 años en una empresa automotriz como mecánico especializado, primero, y luego como jefe de taller. Gerardo quiso capitalizar sus conocimientos y experiencia con un negocio propio. En ese entonces, sus cuatro hijos eran pequeños y se sentía en edad de tomar un riesgo como lo era el emprendimiento.

Para comenzar el negocio, Gerardo rentó un terreno e invirtió en el equipo básico para comenzar las operaciones. Inicialmente, él se encargaba de atender a los clientes y arreglar los vehículos. Cuando el trabajo comenzó a aumentar, decidió contratar a un ayudante, y poco a poco se fue haciendo de un equipo de trabajo hasta llegar a ocho empleados. Al ir creciendo sus hijos (tres hombres y una mujer), Gerardo pensó que sería bueno incluirlos en el negocio familiar paulatinamente. Primero entró el hijo mayor quien, después de un año y medio, decidió probar suerte por su cuenta entrando a trabajar en una empresa donde consiguió una buena oferta. Meses después, su hija y su yerno —ya estaba casada para entonces— también comenzaron a trabajar en el taller; la primera como encargada de la administración y el segundo como encargado del taller. Finalmente, también ellos terminaron por irse ya que se mudaron para vivir en Estados Unidos. El tercer hijo nunca mostró interés alguno en el negocio familiar, pues su gusto por la cocina lo llevó a estudiar la licenciatura en gastronomía. Finalmente, hace un año ingresó el menor de los hijos, Javier, y todo parece indicar que a él sí le interesa continuar en el taller en el largo plazo, además de que cuenta con una carrera técnica en mecánica. Gerardo González se siente muy contento por esto ya que también ha comenzado a pensar últimamente en la sucesión. Más aún, como una manera de comprometer más a su hijo con la empresa, le ha hecho saber que está dispuesto a hacerlo socio con 30% de la participación o bien, con 30% de las utilidades del negocio. Sin embargo, no quiere hacer las cosas apresuradas y recurre a ustedes para recibir asesoría. Después de una sesión con el empresario, a la que también asiste su esposa Martha, la información que recaban es la siguiente:

• Al llegar a la sesión con su esposa, Gerardo explica que, aunque ella no está en el negocio, quisieron asistir los dos pues siempre toman las decisiones importantes juntos, y el hecho de ceder una parte del negocio a uno de sus hijos es una de ellas. Pero no es solo eso —explica Gerardo— sino que hay algo más: unos días antes de la cita, en medio de una plática álgida entre Javier y él, su hijo le hizo ver que frecuentemente estaban en desacuerdo en la manera de llevar el negocio y que no descartaba la posibilidad de que en algún momento cada uno siguiera su camino: “Mira papá —le dijo—, si vemos que no nos entendemos como socios, yo te dejo de nuevo el negocio y me liquidas mi 30% de acciones y yo emprendo mi propio taller”. A Gerardo esto lo puso a temblar, todavía no hacía socio a Javier y este ya estaba pensando en la posibilidad de venderle su parte. Si esto sucedía, no tendría la posibilidad de pagarle esas acciones.

• El taller está dado de alta como una persona física. La mayoría de los servicios se factura, pero la administración se ha manejado de una manera informal donde se mezclan los gastos de la empresa con los gastos de la familia, de hecho, Gerardo nunca ha tenido un sueldo. Toda la vida, los gastos de la casa, vacaciones, estudios de los hijos y hasta la casa de ellos, han salido de la empresa.

• Javier ha insistido en que es necesario institucionalizar la empresa. Sus estudios universitarios le han dado una visión diferente de lo que debe ser una empresa moderna, por tanto, ha insistido en llevar una administración adecuada, documentar los procesos, etcétera.

• El personal que trabaja con Gerardo, en su mayoría lleva muchos años de trabajar con él. Algunos se han ido por un tiempo y terminan regresando pues nadie los trata como él, ya que Gerardo suele ser comprensivo, les otorga permisos especiales cuando lo necesitan, se involucra en sus problemas familiares, les presta dinero si lo requieren, etc. Es más, confía tanto en ellos que nunca ha visto la necesidad de hacer contratos laborales, tener un reglamento formalizado, no controla la entrada y la salida. El empresario está muy orgulloso de su gente.

• Martha, la esposa de Gerardo, manifiesta otra preocupación durante la reunión: la pareja tiene cuatro hijos y piensan en el día en que ellos falten: ¿cómo repartirá la empresa de manera equitativa si uno de los hijos es dueño de 30% de la empresa? Por otra parte, aunque no sabe cuánto tiempo más su esposo piensa continuar activo, llegará un momento en que ya no esté en posibilidades de trabajar, y teme que llegue un día en que no puedan ya tener un ingreso económico de la empresa. Siempre han dependido de ella.

• Javier piensa en crecer el negocio, está seguro de que si formalizan la operación será fácil abrir un segundo o tercer taller en los próximos años. Por ello, el camino correcto debe ser la institucionalización.

Lo han buscado a usted para que los ayude a trabajar con ellos siguiendo el modelo de la composición de empresas familiares, para que puedan analizar su problemática con mayor claridad, tomar la mejor decisión y definir las acciones correspondientes.


Compartir en redes sociales:
Compartir en facebook
Facebook
Compartir en twitter
Twitter
Compartir en linkedin
LinkedIn